Picores
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Picores
Título: Picores
Género: Suspense, Intriga, Sangre
Autor: re4re5
Comentarios aquí
Laura era una chica joven de 17 años. Ese día estaba muy feliz: le habían hecho un peinado de infarto, un peinado que dejaría a todos y todas muertos… Flequillo escalado, rubio, con un moño que cortaba la respiración y laca… mucha laca. No paraba de enlacarse el pelo…
Era lunes. Otra semana más de estudio. Cursaba 4º de ESO. Al llegar a clase, sucedió lo que ella quería: todas las miradas se concentraron en ella y su nuevo peinado. Era el centro de atención de las chicas… y los chicos. Siempre atraía la atención de éstos. Todos iban detrás de ella, desde el más guapo al más baboso. Todos menos él. David. Ese chico le encantaba. No le importaban los demás. Laura sólo quería a David, pero parecía no darse cuenta de ello.
Pasó la jornada y llegó a casa. Pensó en ducharse pero al verse en el espejo pensó que se le estropearía el peinado, el peinado de 120 €. Era muy patosa: si se metía en la ducha con la intención de no lavarse la cabeza, no lo conseguiría. Decidió ducharse mañana. Giró la cabeza buscando el bote de laca. No daba con él. Busco en las estanterías, en los cajones, en los armarios… esa era la desventaja de tener un cuarto de baño enorme. Al fin dio con él. Estaba tirado detrás del bidé. “Qué asco” pensó Laura cuando cogió el bote y vio correr una pequeña araña por el suelo. Se puso delante del espejo y empezó a enlacarse. Por aquí, por allí, el moño, el flequillo, la parte superior de la cabeza… todo. Tuvo que abrir la ventana porque allí no se podía respirar. Antes de acostarse se dirigió hacia la cocina. Tenía la costumbre de tomar un vaso de leche calentita antes de acostarse. Al ir a su cuarto apagó la luz del cuarto de baño y fue a despedirse de su madre. Al entrar en su habitación observó una planta tropical que antes no estaba ahí. “¿Dónde la has comprado?” le preguntó Laura a su madre. “La trajo tu padre ayer. Es del viaje que hizo a Brasil” respondió la madre. Los padres de Laura estaban separados, pero mantenían una buena relación de amistad.
Laura se fue a la cama. Se puso a escuchar música cuando le entró un suave picor en la cabeza. Se rascó, pero éste no cesaba. Cogió el peine y con mucho cuidado lo pasó por la zona de picor para no despeinarse mucho. El picor cesó. Apagó el MP4 y se durmió.
Martes. Otra vez: David. Se quedaba mirando al chico embobada cada vez que lo veía pasar. Pero algo la sacó de ese mundo: un picor en el mismo sitio que ayer por la noche. Se rascó y se le pasó, pero en las clases no paraba de rascarse. Cuando llegó a su casa lo primero que hizo fue ir al baño a enlacarse el pelo. Había quedado con sus amigas. Iban a ir al pub nuevo que acababan de abrir en la calle Rosario. Pensó que iría David, que siempre se apuntaba a esas movidas. Mientras se miraba en el espejo se arregló el pelo un poco y se echó más laca. Otra vez el picor, pero era algo más intenso. Pasó de él y salió con sus colegas.
Volvieron tarde. Eran las 04:55 cuando se acostó en la cama. Estaba muy cansada. Otra vez el mismo picor.
Miércoles. Se levantó tarde. Se había quedado dormida. Estaba muy cansada, demasiado. No era normal. Corriendo fue al cuarto de baño y se miró en el espejo: no tenía buena cara, pero el maquillaje y un poco de laca lo arreglarían todo. Antes de irse se tomó una pastilla. Cuando llegó al instituto se encontraba mejor. O eso creía ella. Otra vez… David. Se lo quedó mirando hasta que éste giró la cabeza y se cruzaron las miradas… David fue hasta ella y le dijo:
-¿Hola?¿Hay alguien en esa cabeza loca?
-P-pues claro. ¿O acaso no te coscas? –le respondió Laura.
-He visto que te fijas en mí… -dijo David mientras la rodeaba con una brazo y se acercaba a ella.
-Sí, igual que tú –le dijo tiernamente Laura.
Se besaron. En ese momento Laura sintió una punzada de dolor en la cabeza, pero estaba muy ocupada como para pararse a pensar en aquello. David, el que tanto le gustaba, la estaba besando.
Llegó a su casa muy feliz: David, su chico, quería quedar el sábado para… ya sabes. No podía dormir. Eran las 02:11 y se levantó. Fue al baño y se puso delante del espejo. Tenía ojeras y el peinado se le estaba deshaciendo. Probó a echarse un poco de colonia. Un tremendo picor inundó su cabeza. Se le saltaron las lágrimas. Pasaron varios minutos antes de que se le pasase. No lo entendía. Sería de tanto rascarse. Posiblemente tendría una pequeña herida. Se enlacó el pelo y volvió a la cama.
Jueves. Un día interminable. No paraba de picarle la cabeza. Volvió a besarse con David.
Viernes. Un día. Sólo un día para dar rienda suelta a los deseos carnales de los enamorados. Los picores aumentaron considerablemente.
Sábado. Se levantó muy mareada pero una pastilla lo arreglaría. Picores, picores y más picores.
Llegó el momento más deseado de Laura, la noche. Eran las 00:23 cuando alguien tocó su ventana. Era él, David. Se tiraron en la cama y empezaron a abrazarse y besarse alocadamente. Laura se sentía cada vez peor. La pastilla no hacía efecto. Pidió disculpas y fue al baño. Se miró en el espejo y lo veía todo borroso. Pero distinguió algo que hizo que se le erizara el vello: un diminuto hilo de sangre le bajaba por la frente. Comenzó a chillar, a rascarse, el picor era insoportable. Se tiró al suelo y siguió rascándose mientras lloraba de dolor. Se miró las manos. Estaban ensangrentadas. Lo último que vio antes de perder la consciencia, fue… una manada de diminutas arañas saliendo de su cabeza y un gran charco de sangre...
Género: Suspense, Intriga, Sangre
Autor: re4re5
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Laura era una chica joven de 17 años. Ese día estaba muy feliz: le habían hecho un peinado de infarto, un peinado que dejaría a todos y todas muertos… Flequillo escalado, rubio, con un moño que cortaba la respiración y laca… mucha laca. No paraba de enlacarse el pelo…
Era lunes. Otra semana más de estudio. Cursaba 4º de ESO. Al llegar a clase, sucedió lo que ella quería: todas las miradas se concentraron en ella y su nuevo peinado. Era el centro de atención de las chicas… y los chicos. Siempre atraía la atención de éstos. Todos iban detrás de ella, desde el más guapo al más baboso. Todos menos él. David. Ese chico le encantaba. No le importaban los demás. Laura sólo quería a David, pero parecía no darse cuenta de ello.
Pasó la jornada y llegó a casa. Pensó en ducharse pero al verse en el espejo pensó que se le estropearía el peinado, el peinado de 120 €. Era muy patosa: si se metía en la ducha con la intención de no lavarse la cabeza, no lo conseguiría. Decidió ducharse mañana. Giró la cabeza buscando el bote de laca. No daba con él. Busco en las estanterías, en los cajones, en los armarios… esa era la desventaja de tener un cuarto de baño enorme. Al fin dio con él. Estaba tirado detrás del bidé. “Qué asco” pensó Laura cuando cogió el bote y vio correr una pequeña araña por el suelo. Se puso delante del espejo y empezó a enlacarse. Por aquí, por allí, el moño, el flequillo, la parte superior de la cabeza… todo. Tuvo que abrir la ventana porque allí no se podía respirar. Antes de acostarse se dirigió hacia la cocina. Tenía la costumbre de tomar un vaso de leche calentita antes de acostarse. Al ir a su cuarto apagó la luz del cuarto de baño y fue a despedirse de su madre. Al entrar en su habitación observó una planta tropical que antes no estaba ahí. “¿Dónde la has comprado?” le preguntó Laura a su madre. “La trajo tu padre ayer. Es del viaje que hizo a Brasil” respondió la madre. Los padres de Laura estaban separados, pero mantenían una buena relación de amistad.
Laura se fue a la cama. Se puso a escuchar música cuando le entró un suave picor en la cabeza. Se rascó, pero éste no cesaba. Cogió el peine y con mucho cuidado lo pasó por la zona de picor para no despeinarse mucho. El picor cesó. Apagó el MP4 y se durmió.
Martes. Otra vez: David. Se quedaba mirando al chico embobada cada vez que lo veía pasar. Pero algo la sacó de ese mundo: un picor en el mismo sitio que ayer por la noche. Se rascó y se le pasó, pero en las clases no paraba de rascarse. Cuando llegó a su casa lo primero que hizo fue ir al baño a enlacarse el pelo. Había quedado con sus amigas. Iban a ir al pub nuevo que acababan de abrir en la calle Rosario. Pensó que iría David, que siempre se apuntaba a esas movidas. Mientras se miraba en el espejo se arregló el pelo un poco y se echó más laca. Otra vez el picor, pero era algo más intenso. Pasó de él y salió con sus colegas.
Volvieron tarde. Eran las 04:55 cuando se acostó en la cama. Estaba muy cansada. Otra vez el mismo picor.
Miércoles. Se levantó tarde. Se había quedado dormida. Estaba muy cansada, demasiado. No era normal. Corriendo fue al cuarto de baño y se miró en el espejo: no tenía buena cara, pero el maquillaje y un poco de laca lo arreglarían todo. Antes de irse se tomó una pastilla. Cuando llegó al instituto se encontraba mejor. O eso creía ella. Otra vez… David. Se lo quedó mirando hasta que éste giró la cabeza y se cruzaron las miradas… David fue hasta ella y le dijo:
-¿Hola?¿Hay alguien en esa cabeza loca?
-P-pues claro. ¿O acaso no te coscas? –le respondió Laura.
-He visto que te fijas en mí… -dijo David mientras la rodeaba con una brazo y se acercaba a ella.
-Sí, igual que tú –le dijo tiernamente Laura.
Se besaron. En ese momento Laura sintió una punzada de dolor en la cabeza, pero estaba muy ocupada como para pararse a pensar en aquello. David, el que tanto le gustaba, la estaba besando.
Llegó a su casa muy feliz: David, su chico, quería quedar el sábado para… ya sabes. No podía dormir. Eran las 02:11 y se levantó. Fue al baño y se puso delante del espejo. Tenía ojeras y el peinado se le estaba deshaciendo. Probó a echarse un poco de colonia. Un tremendo picor inundó su cabeza. Se le saltaron las lágrimas. Pasaron varios minutos antes de que se le pasase. No lo entendía. Sería de tanto rascarse. Posiblemente tendría una pequeña herida. Se enlacó el pelo y volvió a la cama.
Jueves. Un día interminable. No paraba de picarle la cabeza. Volvió a besarse con David.
Viernes. Un día. Sólo un día para dar rienda suelta a los deseos carnales de los enamorados. Los picores aumentaron considerablemente.
Sábado. Se levantó muy mareada pero una pastilla lo arreglaría. Picores, picores y más picores.
Llegó el momento más deseado de Laura, la noche. Eran las 00:23 cuando alguien tocó su ventana. Era él, David. Se tiraron en la cama y empezaron a abrazarse y besarse alocadamente. Laura se sentía cada vez peor. La pastilla no hacía efecto. Pidió disculpas y fue al baño. Se miró en el espejo y lo veía todo borroso. Pero distinguió algo que hizo que se le erizara el vello: un diminuto hilo de sangre le bajaba por la frente. Comenzó a chillar, a rascarse, el picor era insoportable. Se tiró al suelo y siguió rascándose mientras lloraba de dolor. Se miró las manos. Estaban ensangrentadas. Lo último que vio antes de perder la consciencia, fue… una manada de diminutas arañas saliendo de su cabeza y un gran charco de sangre...
re4re5- Cuentacuentos
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