"Nerea"
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"Nerea"
Hola... No sé si os va a gustar...
Lo escribí hace dos cursos, en 1º ESO, para valenciano... pero ahora está en castellano
Luego resultó que no tenía que escribir algo así Soy tonta xDD.
Título: Nerea
Autor: Yo misma ^^
Género: ._. ¿Narrativo? xDD
Ahí va ^^:
Tenía que correr o arriesgar su propia vida. Alguien la odiaba y no pararía hasta verla muerta o en sus brazos. Habían llegado a tal punto que ya no eran amenazas, ya simplemente gastaban el dinero en contratar asesinos para matar a alguien que no había hecho nada. Nada, excepto amar.
Ella se llamaba Nerea y tenía diecinueve años. Era una chica de ojos tan negros como el azabache y el cabello muy largo y rubio. Había sido muy cariñosa y amable en un pasado pero ahora era muy fría y distante. Española de nacimiento, se había criado en Venezuela. Muchos años atrás, había conocido a un muchacho de su edad. Crecieron juntos y, cuando cumplieron los quince años, se hicieron novios. Lo pasaron muy bien mientras pudieron. Nerea era una chica muy bonita y un hombre algo mayor que ella se enamoró de la chica. Como sabía que ella tenía novio, el hombre le dijo que se casase con él. La chica se negó rotundamente y aquel hombre, con sangre fría, lo mató. Nerea vio como Pablo, así era como se llamaba aquel hombre, sacaba un puñal del bolsillo y se lo clavaba al chico en el estómago. Vio como le sacaba el puñal y volvía a clavárselo. Nerea se quedó allí paralizada hasta que no pudo más y se puso a llorar cogiendo al chico entre sus brazos.
De eso hacía ya dos años. Nerea quería morirse, suicidarse si eso la hacía sentirse mejor. Pero no pensaba hacerlo en manos de aquellos asesinos que la perseguían. Pero tampoco pensaba hacerlo sola. Ella corría más rápido que aquellos tres hombres que iban detrás de ella que, visiblemente, eran también mayores. Empezó a correr más rápido en dirección a su casa, que no quedaba ya muy lejos. Cuando llegó a su casa, cerró la puerta tras de sí y se fue corriendo hacia las escaleras, para subir a su habitación. Vivía con su hermana mayor, Lilia, que tenía tres años más que ella.
- ¡Nerea!-la llamó Lilia.
- ¡Déjame en paz!
Tras decir eso, entró en su habitación, se tumbó en la cama y lloró. Lloró porque ese día hacía dos años que habían matado a Ángel, que así se llamaba el chico. Lloró también de rabia porque aquel maldito hambre había mandado asesinos a esperarla en la puerta de la escuela de arte a la que ella asistía, aquel día en concreto. ¿No le dijo aquel hombre que la quería? En fin, del amor al odio hay solo un paso, ¿no?
Ella solo se quería morir y volver a estar con Ángel. Pero también quería mandar a aquel hombre al más doloroso de los infiernos. Sabía que así ella también se convertiría en una asesina, pero no le importaba. Con tal de ver muerto a aquel hombre, nada le importaba.
Nerea, además de estudiar en la escuela de arte, trabajaba de camarera en una cafetería. Decidido. Si quería encontrarse con Pablo, antes tendría que enfrentarse a lanía clases gente que el mandase a matarla, ¿o no? El día a día de la chica era algo duro, por la mañana tenía clases y por la tarde tenía que trabajar. Pero eso no le importaba. Sacaría tiempo de donde fuese.
Se iba a apuntar a clases de esgrima.
Siempre había admirado a la gente que practicaba ese deporte. Pero ella no lo iba a hacer para practicar deporte, lo iba a hacer para aprender a luchar con una espada. Para luchar contra aquel hombre que un día había apagado sus sueños.
Siete meses después…
Nerea era realmente buena con la espada. Ya no practicaba con el florete. Ella ya lo hacía con una espada de verdad. Aprendía rápidamente y en solo dos meses había logrado superar a su primer maestro.
-Nerea, he de darte mi enhorabuena-dijo su maestro.
Nerea no dijo nada. Solo aguardó a que el hombre volviese a hablar.
-Me has superado, lo que significa que eres mejor que yo y que ya no te puedo enseñar más-dijo el maestro encogiéndose de hombros-. Pero hay alguien que sí puede enseñarte mucho más.
Señaló a un hombre de unos veintidós o veintitrés años, que se levantó y se reunió con ellos. Era un tipo alto y moreno, muy serio y atractivo. A Nerea le costaría vencerle pero estaba dispuesta a hacerlo. O, al menos, lo intentaría.
-Hola-dijo el joven-. Me llamo Alejandro, aunque prefiero que me llamen Alex-sonrió.
Nerea pasó cinco meses practicando con aquel tipo. Pero no lograba ganarle. Lo igualaba, pero no podía superarle. Aquel día había sido muy duro y se le había hecho algo tarde. Debía ir a casa enseguida, cambiarse e ir a trabajar. Estaba cansada, pero tenía que hacerlo. Si no lo hacía, la despedirían y ella no quería que la despidiesen.
- ¿Te vas ya?-dijo Alex.
-Sí. Una compañera del trabajo está enferma y tengo que ir yo a sustituirla-dijo Nerea con un suspiro.
-Bueno, no te canses mucho, ¿vale?-le sonrió el chico.
Nerea no respondió. Se despidió con un gesto con la mano y salió del gimnasio. No iba a ir corriendo, porque estaba tan cansada que no podía, pero iría rapidito. Cuando llegó a casa, Lilia no estaba porque se había ido a trabajar también. Subió a su cuarto, se cambió y se dirigió después a la cocina a coger algo para comer. Cogió unas galletas, bebió algo de agua y, ahora sí, se fue corriendo a trabajar. La cafetería no quedaba lejos pero ella prefería no llegar tarde. Cogió también la espada que le había regalado su primer maestro de esgrima cuando pasó de nivel. La envainó y se la cargó a la espalda, por si acaso Pablo mandaba más gente en su búsqueda. Al menos no estaría indefensa.
Una vez hubo llegado a la cafetería, después de disculparse al jefe, se puso un delantal y empezó a trabajar. No la habían vuelto a seguir ni a atacar en esos siete meses y la verdad que eso le extraño. Pero aquel día no corrió esa suerte. La chica era letal cuando quería matar a alguien. Era muy rápida y utilizaba fácilmente la espada. Aquel día mandaron a cuatro asesinos a buscarla. Pero no tenían ordenes e matarla, sino de capturarla. Ella lo sabía y, por tanto, se “dejó” capturar. Después de cargarse a tres de ellos, aparte de que estaba exhausta y no podría luchar mucho más, dejó que el cuarto la llevara ante su señor. Él, que pensaba que la había vencido, la ató y la metió en un coche. La llevo a través de un bosque hasta llegar a una explanada donde había una enorme mansión rodeada de unos árboles enormes.
El hombre empujó a Nerea hasta la puerta principal de la casa y la hizo entrar dentro. Todo aquello era enorme. La siguió empujando hasta hacerla entrar en una gran sala. Nerea no sabía que sala era esa pero no le importaba demasiado saberlo. Al fondo de la sala se erguía un hombre alto que a Nerea le infundía un enorme odio. El hombre que la había llevado hasta allí informó de que la chica estaba allí y se marchó. No se había percatado de donde llevaba la chica la espada y había pensado que la había dejado en la calle.
En cuanto el hombre salió, Nerea sacó la espada del costado derecho, donde la había escondido. El asesino que la capturó debía de ser muy tonto para no haberse dado cuenta de donde llevaba ella la espada. Nerea se dirigía sigilosamente hacia donde se encontraba aquel despreciable hombre, sabiendo que si lo mataba, ella también sería despreciable, pero de manera distinta. Él había matado por matar, ella iba a matar por venganza. No era muy buena excusa, pero a Nerea le bastaba con ella.
Cuando estuvo ya cerca de Pablo, desenvainó la espada, dándole a entender al hombre que estaba aparentemente indefenso. Había ordenado que cerrasen la puerta por fuera y que no entrase nadie.
-¿Vas a matarme?-dijo él con tono burlón y sin darse la vuelta- ¿Estas segura de querer matarme?
-Me preguntas si estoy segura, ¿cuál crees que es la respuesta?
El hombre no respondió. Dio a entender que la sabía y que la asumía.
-Voy a matarte, porque hace dos años tú mataste mis sueños-respondió ella-. Y no permitiré que vuelvas a hacer eso a nadie.
El hombre se giró y Nerea descubrió que él también llevaba un arma. Un arma blanca. Empezaron a luchar cuando la chica hizo una finta para arremeter desde atrás. El hombre giró bruscamente para parar el ataque de la chica. Nerea volvió a atacar, sin obtener resultado. Ella atacaba, pero el hombre solamente estaba defendiéndose.
Cuando ya llevaban un rato luchando, entonces Pablo empezó a atacar a la chica. Nerea interpuso el acero entre su cuerpo y el arma de su rival, parando una estocada de éste. Nerea lo empujó hacia atrás y volvió a atacar. Esta vez le dio. Le dio en el pecho, con mucha más precisión de la que podría haberle dado su mentor. La chica sonrió y, cuando el hombre cayó al suelo aparentemente muerto, le tomó el pulso y, efectivamente, estaba muerto.
Nerea no sabía por qué, pero no se sentía feliz, pues, igualmente, Ángel no volvería de entre los muertos. Dudaba que era lo que tenía que hacer ahora y, con lágrimas en los ojos, le dio la vuelta a la espada, de modo que apuntase a su vientre. Cerró los ojos con fuerza, apretó los puños, y se clavó la espada en el estómago. Le dolió. Le dolió mucho. Pero pensó que, de aquella manera, estaría por fin con Ángel. Con su Ángel. Se arrancó la espada y volvió a clavársela en la herida abierta. Chilló, gritó y lloró. Y sonrió. Envainó la espada, ensangrentada y se echó en el suelo, un suelo frío como el hielo. Por fin estarían los dos juntos. De nuevo.
Solo para que veáis como escribía yo antes -^^-
Espero que os haya gustado...
PD: corregid las faltas que veáis
Lo escribí hace dos cursos, en 1º ESO, para valenciano... pero ahora está en castellano
Luego resultó que no tenía que escribir algo así Soy tonta xDD.
Título: Nerea
Autor: Yo misma ^^
Género: ._. ¿Narrativo? xDD
Ahí va ^^:
Tenía que correr o arriesgar su propia vida. Alguien la odiaba y no pararía hasta verla muerta o en sus brazos. Habían llegado a tal punto que ya no eran amenazas, ya simplemente gastaban el dinero en contratar asesinos para matar a alguien que no había hecho nada. Nada, excepto amar.
Ella se llamaba Nerea y tenía diecinueve años. Era una chica de ojos tan negros como el azabache y el cabello muy largo y rubio. Había sido muy cariñosa y amable en un pasado pero ahora era muy fría y distante. Española de nacimiento, se había criado en Venezuela. Muchos años atrás, había conocido a un muchacho de su edad. Crecieron juntos y, cuando cumplieron los quince años, se hicieron novios. Lo pasaron muy bien mientras pudieron. Nerea era una chica muy bonita y un hombre algo mayor que ella se enamoró de la chica. Como sabía que ella tenía novio, el hombre le dijo que se casase con él. La chica se negó rotundamente y aquel hombre, con sangre fría, lo mató. Nerea vio como Pablo, así era como se llamaba aquel hombre, sacaba un puñal del bolsillo y se lo clavaba al chico en el estómago. Vio como le sacaba el puñal y volvía a clavárselo. Nerea se quedó allí paralizada hasta que no pudo más y se puso a llorar cogiendo al chico entre sus brazos.
De eso hacía ya dos años. Nerea quería morirse, suicidarse si eso la hacía sentirse mejor. Pero no pensaba hacerlo en manos de aquellos asesinos que la perseguían. Pero tampoco pensaba hacerlo sola. Ella corría más rápido que aquellos tres hombres que iban detrás de ella que, visiblemente, eran también mayores. Empezó a correr más rápido en dirección a su casa, que no quedaba ya muy lejos. Cuando llegó a su casa, cerró la puerta tras de sí y se fue corriendo hacia las escaleras, para subir a su habitación. Vivía con su hermana mayor, Lilia, que tenía tres años más que ella.
- ¡Nerea!-la llamó Lilia.
- ¡Déjame en paz!
Tras decir eso, entró en su habitación, se tumbó en la cama y lloró. Lloró porque ese día hacía dos años que habían matado a Ángel, que así se llamaba el chico. Lloró también de rabia porque aquel maldito hambre había mandado asesinos a esperarla en la puerta de la escuela de arte a la que ella asistía, aquel día en concreto. ¿No le dijo aquel hombre que la quería? En fin, del amor al odio hay solo un paso, ¿no?
Ella solo se quería morir y volver a estar con Ángel. Pero también quería mandar a aquel hombre al más doloroso de los infiernos. Sabía que así ella también se convertiría en una asesina, pero no le importaba. Con tal de ver muerto a aquel hombre, nada le importaba.
Nerea, además de estudiar en la escuela de arte, trabajaba de camarera en una cafetería. Decidido. Si quería encontrarse con Pablo, antes tendría que enfrentarse a lanía clases gente que el mandase a matarla, ¿o no? El día a día de la chica era algo duro, por la mañana tenía clases y por la tarde tenía que trabajar. Pero eso no le importaba. Sacaría tiempo de donde fuese.
Se iba a apuntar a clases de esgrima.
Siempre había admirado a la gente que practicaba ese deporte. Pero ella no lo iba a hacer para practicar deporte, lo iba a hacer para aprender a luchar con una espada. Para luchar contra aquel hombre que un día había apagado sus sueños.
Siete meses después…
Nerea era realmente buena con la espada. Ya no practicaba con el florete. Ella ya lo hacía con una espada de verdad. Aprendía rápidamente y en solo dos meses había logrado superar a su primer maestro.
-Nerea, he de darte mi enhorabuena-dijo su maestro.
Nerea no dijo nada. Solo aguardó a que el hombre volviese a hablar.
-Me has superado, lo que significa que eres mejor que yo y que ya no te puedo enseñar más-dijo el maestro encogiéndose de hombros-. Pero hay alguien que sí puede enseñarte mucho más.
Señaló a un hombre de unos veintidós o veintitrés años, que se levantó y se reunió con ellos. Era un tipo alto y moreno, muy serio y atractivo. A Nerea le costaría vencerle pero estaba dispuesta a hacerlo. O, al menos, lo intentaría.
-Hola-dijo el joven-. Me llamo Alejandro, aunque prefiero que me llamen Alex-sonrió.
Nerea pasó cinco meses practicando con aquel tipo. Pero no lograba ganarle. Lo igualaba, pero no podía superarle. Aquel día había sido muy duro y se le había hecho algo tarde. Debía ir a casa enseguida, cambiarse e ir a trabajar. Estaba cansada, pero tenía que hacerlo. Si no lo hacía, la despedirían y ella no quería que la despidiesen.
- ¿Te vas ya?-dijo Alex.
-Sí. Una compañera del trabajo está enferma y tengo que ir yo a sustituirla-dijo Nerea con un suspiro.
-Bueno, no te canses mucho, ¿vale?-le sonrió el chico.
Nerea no respondió. Se despidió con un gesto con la mano y salió del gimnasio. No iba a ir corriendo, porque estaba tan cansada que no podía, pero iría rapidito. Cuando llegó a casa, Lilia no estaba porque se había ido a trabajar también. Subió a su cuarto, se cambió y se dirigió después a la cocina a coger algo para comer. Cogió unas galletas, bebió algo de agua y, ahora sí, se fue corriendo a trabajar. La cafetería no quedaba lejos pero ella prefería no llegar tarde. Cogió también la espada que le había regalado su primer maestro de esgrima cuando pasó de nivel. La envainó y se la cargó a la espalda, por si acaso Pablo mandaba más gente en su búsqueda. Al menos no estaría indefensa.
Una vez hubo llegado a la cafetería, después de disculparse al jefe, se puso un delantal y empezó a trabajar. No la habían vuelto a seguir ni a atacar en esos siete meses y la verdad que eso le extraño. Pero aquel día no corrió esa suerte. La chica era letal cuando quería matar a alguien. Era muy rápida y utilizaba fácilmente la espada. Aquel día mandaron a cuatro asesinos a buscarla. Pero no tenían ordenes e matarla, sino de capturarla. Ella lo sabía y, por tanto, se “dejó” capturar. Después de cargarse a tres de ellos, aparte de que estaba exhausta y no podría luchar mucho más, dejó que el cuarto la llevara ante su señor. Él, que pensaba que la había vencido, la ató y la metió en un coche. La llevo a través de un bosque hasta llegar a una explanada donde había una enorme mansión rodeada de unos árboles enormes.
El hombre empujó a Nerea hasta la puerta principal de la casa y la hizo entrar dentro. Todo aquello era enorme. La siguió empujando hasta hacerla entrar en una gran sala. Nerea no sabía que sala era esa pero no le importaba demasiado saberlo. Al fondo de la sala se erguía un hombre alto que a Nerea le infundía un enorme odio. El hombre que la había llevado hasta allí informó de que la chica estaba allí y se marchó. No se había percatado de donde llevaba la chica la espada y había pensado que la había dejado en la calle.
En cuanto el hombre salió, Nerea sacó la espada del costado derecho, donde la había escondido. El asesino que la capturó debía de ser muy tonto para no haberse dado cuenta de donde llevaba ella la espada. Nerea se dirigía sigilosamente hacia donde se encontraba aquel despreciable hombre, sabiendo que si lo mataba, ella también sería despreciable, pero de manera distinta. Él había matado por matar, ella iba a matar por venganza. No era muy buena excusa, pero a Nerea le bastaba con ella.
Cuando estuvo ya cerca de Pablo, desenvainó la espada, dándole a entender al hombre que estaba aparentemente indefenso. Había ordenado que cerrasen la puerta por fuera y que no entrase nadie.
-¿Vas a matarme?-dijo él con tono burlón y sin darse la vuelta- ¿Estas segura de querer matarme?
-Me preguntas si estoy segura, ¿cuál crees que es la respuesta?
El hombre no respondió. Dio a entender que la sabía y que la asumía.
-Voy a matarte, porque hace dos años tú mataste mis sueños-respondió ella-. Y no permitiré que vuelvas a hacer eso a nadie.
El hombre se giró y Nerea descubrió que él también llevaba un arma. Un arma blanca. Empezaron a luchar cuando la chica hizo una finta para arremeter desde atrás. El hombre giró bruscamente para parar el ataque de la chica. Nerea volvió a atacar, sin obtener resultado. Ella atacaba, pero el hombre solamente estaba defendiéndose.
Cuando ya llevaban un rato luchando, entonces Pablo empezó a atacar a la chica. Nerea interpuso el acero entre su cuerpo y el arma de su rival, parando una estocada de éste. Nerea lo empujó hacia atrás y volvió a atacar. Esta vez le dio. Le dio en el pecho, con mucha más precisión de la que podría haberle dado su mentor. La chica sonrió y, cuando el hombre cayó al suelo aparentemente muerto, le tomó el pulso y, efectivamente, estaba muerto.
Nerea no sabía por qué, pero no se sentía feliz, pues, igualmente, Ángel no volvería de entre los muertos. Dudaba que era lo que tenía que hacer ahora y, con lágrimas en los ojos, le dio la vuelta a la espada, de modo que apuntase a su vientre. Cerró los ojos con fuerza, apretó los puños, y se clavó la espada en el estómago. Le dolió. Le dolió mucho. Pero pensó que, de aquella manera, estaría por fin con Ángel. Con su Ángel. Se arrancó la espada y volvió a clavársela en la herida abierta. Chilló, gritó y lloró. Y sonrió. Envainó la espada, ensangrentada y se echó en el suelo, un suelo frío como el hielo. Por fin estarían los dos juntos. De nuevo.
Solo para que veáis como escribía yo antes -^^-
Espero que os haya gustado...
PD: corregid las faltas que veáis
Última edición por Mi-Shie, la elfa-loba el Lun Dic 15, 2008 12:15 am, editado 1 vez
Mi-Shie, la elfa-loba- Cuentacuentos
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 13/12/2008
Edad : 30
Localización : Intentando que no descubran mi condición en el Reino de los Elfos...
Re: "Nerea"
Me encanto,me encanto y me encanto esta re COOL
Jung Fang- Principiante
- Mensajes : 5
Fecha de inscripción : 13/12/2008
Localización : En el bosque bajo la Luna Llena junto a los lobos
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